Compromiso con la vida



“¡Rompa las barreras, vaya para adelante, no se reprima! ¡Viva la vida y haga lo que siente!”. Estas frecuentes palabras son recomendaciones que hizo un psicólogo contemporáneo a su desesperado paciente, angustiado al no encontrarle sentido a la vida.
Estas frases reflejan el comportamiento de gran parte de nuestra sociedad: exaltar aquello que es fugaz e instantáneo. El resultado es que la existencia de los demás deja de importarnos; perdemos la capacidad de proyectarnos y la despreocupación nos lleva a no asumir las consecuencias de nuestros actos.
El hombre que vive apegado al presente y no tiene proyectos ni expectativas, se desliga también de todo compromiso con la vida. Al perder la perspectiva de la realidad y carecer de objetivos, se dirige hacia un camino lleno de frivolidad y de irresponsabilidad que puede alcanzar la más profunda decadencia.
Hoy en día, la palabra compromiso es sinónimo de futuros problemas. Parecería que ya no amamos la vida; nos tapamos los ojos para no ver nuestros errores y asumir sus consecuencias. Así, somos capaces hasta de eliminar aquellos aspectos de la realidad que nos incomodan o no se ajustan a nuestros intereses inmediatos.
Desafortunadamente, este nefasto concepto se aplica a muchos embarazos: miles de bebés son asesinados por la simple razón de que sus padres no deseaban su llegada. En tales situaciones, el aborto se les suele presentar como el camino más fácil o como la única salida para evitar hacerse cargo del fruto de sus acciones. La falta de compromiso con la vida lleva a optar por abortar, dejando de lado los derechos de un ser indefenso e inocente, que no tiene por qué pagar con su vida los errores de nuestra irresponsable sociedad.
Según un estudio realizado recientemente por las Naciones Unidas, en nuestro país casi un cuarenta por ciento de los embarazos finalizan en abortos clandestinos, lo que se traduce en medio millón de bebés abortados por año.
Si la mayoría coincide en que la vida humana es el valor primordial que es necesario proteger y promover, ¿por qué estamos a punto de debatir por la aprobación de una ley que promueve exactamente lo contrario?
Autora: Julieta Glombitza

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